Por lo general la ropa que usamos “de entrecasa” es aquella que nos queda cómoda. Es menos pretenciosa que aquella con la que nos vestimos para salir a la calle, pero con la cual formamos igualmente una relación estrecha. A pesar de su intenso desgaste, muchas veces nos negamos a deshacernos de ella. El motivo es simple: con la ropa “de salir” nos sentimos lindos, elegantes, mientras con la ropa “de entrecasa” nos sentimos nosotros mismos.